Si bien en sus lugares de origen se los conoce también como “duendes del fuego”, ya que, cuando vuelan dejan una estela ígnea similar a un cometa, los drakes son duendes domésticos, muy apegados a sus amos y a la casa o granja donde viven, y sus largos periplos aéreos se deben a que ésa es su forma de cumplir con encargos como la de traer o llevar leche, huevos, cereales o frutas a sus dueños.
La descripción de su apariencia, en cambio, es bastante homogénea, ya que se los representa como niños pequeños con túnicas blancas y gorras rojas, excepto cuando vuelan, que se asemejan a una bola de fuego de gran cabeza y una larga cola roja. Una excepción a estos son los krats suecos, a los que se los describe como pequeños dragones de alas correosas y cola aguda, terminada en una punta en forma de flecha.
La lealtad de los drakes hacia la familia raya casi en el fanatismo y, si bien exigen a cambio ser bien alimentados y que se los trate con justicia y equidad, son capaces hasta de arriesgar sus vidas por sus amos.